¡Dios ha muerto!



¡Saludos compañeros!


Una de las frases más oídas y peor comprendidas de la historia de la filosofía es la que da título a nuestra entrada de hoy. Nietzsche anunció la muerte de Dios en varias partes de su obra. De hecho, tomó la expresión de Hegel, aunque él la popularizara y le diera el sentido más profundo. La formulación más impactante de este anuncio lo encontramos aquí:


Dicho hombre, frenético o loco, cierta mañana se deja conducir al mercado. Provisto con una linterna en sus manos no dejaba de gritar: «¡Busco a Dios!» Allí había muchos ateos y no dejaron de reírse. Los descreídos, mirándose con sorna entre sí, se decían: «¿Se ha perdido?» «¿Se ha extraviado?». Y agregaban: «Se habrá ocultado». «O tendrá miedo». «Acaso se habrá embarcado o emigrado». Y las carcajadas seguían. El loco no gustó de esas burlas y, precipitándose entre ellos, les espetó: «¿Qué ha sido de Dios?» Fulminándolos con la mirada agregó: «Os lo voy a decir. Lo hemos matado. Vosotros y yo lo hemos matado. 

"Así habló Zarathustra"


Nietzsche no fue el primero en utilizar la expresión “Dios ha muerto”. Su origen se encuentra en un texto de Lutero: “Cristo ha muerto / Cristo es Dios / Por eso Dios ha muerto”. En él se inspira Hegel en la Fenomenología del espíritu, donde afirma que Dios mismo ha muerto como manifestación del sentimiento doloroso de la conciencia infeliz. En Lecciones sobre filosofía de la religión se refiere a una canción religiosa luterana del siglo XVII en un contexto similar: “Dios mismo yace muerto / Él ha muerto en la cruz”.


¿Qué quiere decir el filósofo con este anuncio? Obviamente no se refiere a la muerte física de Dios sino a algún otro tipo de acontecimiento cataclísmico. En esa crítica feroz que lleva a cabo de la cultura occidental Nietzsche el mayor obstáculo que tiene que retirar es Dios. Para él Dios (y, más concretamente, el Dios cristiano) es la última barrera en el camino a la autorrealización del ser humano. Dios constituye la cima de la cultura occidental, el gran producto de la Razón (¡la odiada Razón!) que nos oprime y nos impide ser nosotros mismos.


Podemos sentirnos tentados de odiar a Nietzsche o a amarle según nuestras inclinaciones religiosas pero debemos recordar que él no está matando a Dios, sino simplemente anunciando su muerte. El problema no es que haya que eliminarlo de nuestra cultura para refundarla, sino que ya ha desaparecido de hecho. Dios ya no está presente en nuestra cultura ni se le tiene en cuenta para nada. Es una reliquia de tiempos pasados, una momia mantenida con vida, un cadáver ambulante que sigue entorpeciendo la marcha del ser humano sobre este mundo.


Al margen de lo que pensemos de Nietzsche no podemos menos que estar de acuerdo con él en que Dios ya no está presente de modo activo y configurador en nuestra cultura. Lo estuvo, ciertamente, pero ya no. Eso no quiere decir que no exista gente religiosa, o que las religiones no jueguen ningún papel. A lo que se refiere es a que Dios ya no nos acompaña y que su vacío ha de ser llenado con otros Absolutos (dinero, placer, poder, etc.). Nietzsche desplaza el centro de gravedad desde Dios hasta el hombre. El Hombre es el nuevo absoluto, el nuevo Dios. Ya no estamos obligados a seguir ciegamente unas normas morales que nos atan a una visión del hombre limitada y estrecha, sino que el verdadero hombre (el Superhombre) es aquel capaz de subvertir el orden moral y crear nuevos valores y nuevas normas morales que le lleven por el camino de la autosuperación sin cortapisas a la voluntad. No hay límites a nuestro querer, Dios no existe, por lo que podemos hacer lo que queramos para construirnos a nosotros mismos.


¿Se ha hecho realidad el anuncio de Nietzsche? Yo creo que solo en parte. Ciertamente, se está produciendo un avance de la increencia religiosa en nuestras sociedades secularizadas y se cierne por doquier la ausencia de Dios. Pero, al mismo tiempo, asistimos a otro fenómeno: el de las diferentes metamorfosis de Dios. A modo de ejemplo voy a referirme a Dos: el Dios del Mercado y el Dios del Fundamentalismo.


El Dios del Mercado. 

El Mercado se ha convertido en una religión “monoteísta”, que ha dado lugar al Dios-Mercado. Ya lo advirtió Walter Benjamin con gran lucidez en un artículo titulado El capitalismo como religión, donde afirma que el cristianismo, en tiempos de la Reforma, se convirtió en capitalismo y “este es un fenómeno esencialmente religioso”.


Tocar el capitalismo o simplemente mencionarlo es como tocar o cuestionar los valores más sagrados. Lo que dice Benjamin del capitalismo es aplicable hoy al neoliberalismo, que se configura como un sistema rígido de creencias y funciona como religión del Dios-Mercado, que suplanta al Dios de las religiones monoteístas. Es un Dios celoso que no admite rival, proclama que fuera del Mercado no hay salvación y se apropia de los atributos del Dios de la teodicea: omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia y providencia. El Dios-Mercado exige el sacrificio de seres humanos y de la naturaleza y ordena matar a cuantos se resistan a darle culto.


El Dios de los Fundamentalismos. 

Los fundamentalismos religiosos desembocan con frecuencia en terrorismo, fenómeno que recorre la historia de la humanidad en la modalidad de guerras de religiones que se justifican apelando a un mandato divino. Tiene razón el filósofo judío Martin Buber cuando afirma que Dios es “la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mutilada, tan mancillada. Las generaciones humanas han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre. Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ‘Dios’. Se asesinan unos a otros y dicen: ‘Lo hacemos en nombre de Dios”. Matar en nombre de Dios es convertir a Dios en un asesino, en certera observación de José Saramago, quien lo demuestra en la novela Caín a través de un recorrido por los textos de la Biblia hebrea.

La sociedad actual es un producto de estas ideas, y podemos rastrear los eslóganes de los anuncios para descubrir a Nieztsche detrás de algo tan trivial como las campañas publicitarias:

°Just do it. 

°Your rules. 

La idea fundamental es que no existen límites a nuestra voluntad: desaparecido Dios todo es posible y un horizonte nuevo se abre ante nosotros. ¿Se les ocurre algún eslogan más que encaje aquí?


¡Saludos filosóficos!

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