El eterno retorno.



¡Hola compañeros!


Bajo el sugerente título de hoy, que podría ser la cartelera de una película de sobremesa, se esconde una de las teorías más curiosas, poéticas y sugerentes de Nietzsche. Aaah, el eterno retorno de lo mismo, qué bella combinación de palabras...


Si recuerdan , Nietzsche anunciaba la muerte de Dios y su sustitución por parte del ser humano. Mediante nuestra transformación en superhombres somos capaces de ser semejantes a Dios, creadores de nuevos esquemas morales y éticos, creadores de un nuevo tipo de vida. Sin embargo, es evidente que hay algo que nos aleja de la posibilidad real de ser como dioses: nuestra propia mortalidad. Por mucho que seamos capaces de crear nuestros propios valores, de dirigir nuestra vida, de rebelarnos contra las instituciones borreguiles y de hacer crecer nuestra voluntad de poder, se da el hecho incontrovertible de que moriremos, tarde o temprano.


La muerte resta cierta credibilidad a esa pretensión que tenemos de ser como dioses, totalmente configuradores de nuestro futuro. Es decir, si es verdad que podemos crear una vida a nuestro antojo y podemos hacer lo que nos dé la gana, ¿por qué no podemos cambiar el hecho de que vamos a morir? ¿Qué respuesta da Nietzsche al misterio de la muerte? Precisamente la religión, entre otras cosas, es una explicación acerca de nuestra propia muerte, trata de dar sentido a la muerte del ser humano. Sin embargo, Nietzsche, al derrocar a la todopoderosa religión, nos deja huérfanos de sentido (de hecho, una de las características de la cultura occidental actual consiste precisamente en esa orfandad, nos hemos quedado sin respuestas). ¿Cuál es el sentido de la muerte si tras ella no hay NADA?


Parece un poco descorazonador pensar que simplemente hemos nacido para ser nada. Bueno, no es que lo parezca, lo es. A la corriente filosófica que mantiene esto se le llama nihilismo (de nihil, nada, en latín). A pesar de que a Nietzsche se le ha etiquetado frecuentemente como nihilista (él mismo lo hace en alguna ocasión) la verdad es que parece tener ciertas reservas en admitir esto sin más. Por eso nos habla del eterno retorno.


Según él todo lo que ha ocurrido en la historia y nuestras vidas volverá a ocurrir en un futuro. El tiempo es circular, un trayecto de ida y vuelta en el que pasado y futuro se confunden en el presente. Si el tiempo transcurre de modo circular el pasado es futuro y viceversa. Nuestra muerte en un caso así no supone el fin, sino simplemente un paso más de ese tiempo en el que tarde o temprano volveremos a renacer y a vivir nuestra vida de un modo exactamente idéntico. En el fondo, somos inmortales, pues ninguna muerte es definitiva, solamente provisional hasta que el eterno retorno de lo mismo haga aparición y volvamos a vivir nuestra vida.

La idea de eterno retorno se refiere a un concepto circular de la historia o los acontecimientos. La historia no sería lineal, sino cíclica. Una vez cumplido un ciclo de hechos, estos vuelven a ocurrir con otras circunstancias, pero siendo, básicamente, semejantes. 


Pensar el eterno retorno de lo idéntico es ir más allá de la idea de un tiempo que se describe a partir de las determinaciones del principio y del fin de los posibles estados de cosas. Bien podemos pensar que el tiempo es la estructura en la cual logramos reconocer la regularidad de los sucesos, que estos se presentan determinables, variables, y que dan pie a una situación completamente nueva. «El eterno retorno de lo idéntico» es la concepción metafísica de Nietzsche sobre el tiempo, entendiéndolo como su estructura, una que es capaz de comprender lo que son sus dimensiones: el pasado, el presente y el futuro, que ellas pertenecen a una misma perspectiva de los procesos vitales; logrando, a su vez, una representación más imponente, dramática, quizá, de sus manifestaciones: instante y eternidad, como realidades necesarias a cada existencia; y que su dinámica: repetición, brinda la oportunidad de afirmar la novedad y la posibilidad de pensarlos bajo la perspectiva única de la voluntad.

FRAGMENTO DE LA GAYA CIENCIA . 

El peso más grande. ¿Qué ocurriría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijese: «Esta vida, tal y como tú ahora la vives y como la has vivido, deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá en ella nada nuevo; sino que cada dolor y cada placer, y cada pensamiento, y cada suspiro, y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión: y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas, y así también este instante y yo mismo. ¡El eterno reloj de arena de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito de polvo!». Si esto sucediera, ¿no te arrojarías entonces al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te ha hablado de esta forma? ¿O quizás has vivido ya alguna vez ese instante infinito, y tu respuesta entonces fue la siguiente: «Oh, tú eres un dios y jamás oí nada más divino»? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal y como eres ahora, una transformación y tal vez te trituraría; acerca de cualquier cosa te plantearías siempre la pregunta «¿quieres esto otra vez e innumerables veces más?», y ello pesaría sobre tus acciones como el peso más grande. Y además, ¿cuánto deberías amarte a ti mismo y a tu vida para no desear ya otra cosa que esta última y eterna sanción, este sello?





Como vemos en este texto, el demonio representa un dilema moral. Nos hace plantearnos si la vida que vivimos es la que realmente deseamos o si hay algo que querríamos cambiar; esto es un dilema moral porque a los ojos de la sociedad está “mal” visto vivir una vida que uno mismo considera conformista o guiada por ataduras o normas sociales.


En realidad, no es una idea original suya sino que era la manera de concebir el tiempo más habitual entre los antiguos antes de que el cristianismo hiciese aparición. Obviamente el cristianismo no puede admitir un tiempo circular, pues existe un Génesis y un Apocalipsis. Hay un principio y un final de los tiempos; así pues cambiaron el tiempo y lo hicieron lineal, rompiendo con esa circularidad. Nietzsche retoma esta idea en su afán de romper con todos los elementos cristianos de la cultura.


A veces se ha malentendido esta expresión cuando en realidad Nietzsche pretende que vivamos nuestra vida sin temor. Obra de tal manera que no temas repetirlo una y otra vez. Lleva las riendas de tu vida y sé consecuente porque en caso de que fueras a volver a vivirla, ¿querrías hacerlo? ¿Estarías orgulloso de ello?


Yo espero poder responder que sí al final de mis días.


¡Saludos filosóficos!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Agentes socializadores: qué son, tipos, características y ejemplos

La importancia del apoyo familiar en personas jóvenes con depresión

Contrato de Ulises: qué es, cómo se usa, y ejemplos