Estética.

 




La formación de juicios críticos sobre arte es la disciplina que llamamos estética, si bien es relativamente nueva, sus temas de interés se remontan a la antigua Grecia, posteriormente en el siglo XVIII se agrupan bajo una misma disciplina. La estética moderna gravita en torno a dos intereses: las obras de arte y la experiencia estética.


    Respecto a los objetos denominados obras de arte, se suscitan cuestiones del tipo: ¿Puede definirse el «arte»? ¿Por qué son importantes estos objetos? ¿Cómo pueden representar el mundo las pinturas? ¿Cómo puede la música expresar emoción?


    En cuanto a esa experiencia específica llamada «experiencia estética», se advierte que no se reduce tan sólo a la apreciación del arte. Una experiencia estética es disfrute de una bella visión, de ahí que se suscite la pregunta sobre cómo puede definirse este tipo de experiencia y en qué se distingue de otras categorías experimentales.


La definición del arte 


La definición es indudablemente uno de los temas más recurrentes e importantes en la estética. Intentar definir las principales características del arte llevó a Collingwood y Croce a formular su «teoría de la expresión»; una obra de arte es la «expresión» de un sentimiento, y por tal expresión se entiende que la naturaleza del sentimiento se investiga y aclara teniendo en cuenta el material gráfico. Es una teoría que vincula el arte con el sentimiento y las emociones, que carece empero, de rigor o sustento suficiente para tomarla con demasiada seriedad. En primer instancia, porque jamás se define apropiadamente ese sentimiento al que se refiere Croce. También pretende explicar todas las artes bajo una misma teoría; así, lo común a la pintura, la poesía, la escultura, la danza y la música en tanto artes que facilitan el desarrollo y el estudio de las emociones.


    Todas las disputas en torno a la definición del arte no han sido solucionadas, ni lo serán por un largo tiempo. El debate empero —al igual que otros debates filosóficos—, si bien no ha llegado a una conclusión definitiva, contribuye a clarificar cuáles son los problemas y la naturaleza del arte. Lo mínimo que se puede esperar de esta discusión es saber por qué resulta tan complicada la definición del arte.


    Cuando Duchamp expuso su pala para quitar nieve, no «expresaba» esas emociones que defendió la teoría de Collingwood y, ciertamente, no manifestaba la habilidad artística de su creador, ni representaba algo en particular. Fuera cual fuera su presunta belleza, esta no se debía a Duchamp.


Experiencia estética


La Crítica del juicio de Kant ha ejercido una enorme influencia en la disciplina estética, al ser uno de sus temas centrales en la discusión, la experiencia estética. Kant planteó por primera vez la idea de que existe un especial placer desinteresado que se da en la apreciación de la belleza (ya sea en la naturaleza o en el arte) y que es distinto de otras formas de placer que buscan satisfacer los deseos. Kant se propuso demostrar que este tipo de reacción tiene un valor universal y, según su teoría, si una persona contempla una rosa o una pintura y tiene esta experiencia especial al contemplarlas, puede afirmar que la rosa o la pintura son bellas y esperar que los demás también lo consideren así.


     Kant eliminó otras reacciones posibles al apreciar algo bello, por ejemplo, que un objeto guste porque es útil, moralmente correcto, intelectualmente persuasivo o significativo desde el punto de vista político. Por lo tanto, acabó definiendo la contemplación estética como el hallazgo de algo satisfactorio al percibir, es decir, al escuchar o al observar algo, independiente de otros aspectos que no sea la propia percepción. Describió dicha experiencia de forma positiva como el libre juego de la imaginación y del entendimiento, lo que quiere decir que se estimula la capacidad de percepción y que no es necesario que haya un objetivo más allá de este estímulo para dar explicación de la satisfacción que se siente al contemplar los objetos propios de la naturaleza y/o el arte


Reacción individual y demanda pública


Encuentro particularmente interesante la tensión entre el aspecto individual (subjetivo) de la reacción estética y el carácter público (intersubjetivo) del juicio estético.


    Cuando una persona dice que un objeto o una obra es bello o artísticamente conseguido, lo único que está diciendo es que, por algún motivo, le gusta. Pero en esa afirmación va implícito que los demás deberían estar de acuerdo y considerarlo también bello, en otras palabras, los juicios estéticos reivindican la objetividad. Hay dos aspectos que fomentan tal reivindicación. El primero es que a pesar de la influencia de la moda hay muchas obras a las que se le reconoce su importancia con el paso del tiempo. El escritor griego Longinos lo señaló así en «De lo Sublime»:


    «Cuando incluso hombres que difieren en sus costumbres, su vida, sus entusiasmos, sus edades, sus compromisos, están de acuerdo y mantienen idéntica opinión acerca de los mismos escritos [u obras de arte], entonces el veredicto unánime... de jueces tan discordantes hace que la fe en los pasajes [u obras] que admiramos sea sólida e indiscutible.»


    En segundo lugar, se puede utilizar el razonamiento intelectual para defender la pretensión de que los juicios estéticos poseen validez intersubjetiva. Así, ciertas características de un óleo pueden destacarse como evidencias de su excelencia artística; por ejemplo, se puede mostrar el equilibrio de la composición de una obra según la posición de las figuras representadas por la disposición de los rasgos del paisaje. Si bien tales singularidades no proporcionan pruebas irrefutables de que el juicio que alguien emite sobre una pintura sea correcto, si ofrecen razones objetivas para llegar al acuerdo. Sin embargo, ningún estudioso de la estética ha demostrado que cualquiera de estas posturas —reivindicar la objetividad del fundamento personal del juicio— pueda verse como falsa, aunque tampoco han podido mostrar el modo de superar el conflicto.


El valor del arte


Hay varios motivos por los que un óleo, una composición musical y otras manifestaciones artísticas puedan ser consideradas como valiosas; por ejemplo, pueden transmitir información, promover cierto tipo de conductas o, sencillamente, divertir y entretener, incluso se pueden considerar como productivas inversiones financieras. Estos son los motivos por los que una obra de arte puede tener un valor funcional, y hay muchas que deben su valor a estas causas; por ejemplo, ciertos objetos del arte religioso o retratos que cumplen funciones de este tipo. Las obras de arte empero, también pueden tener un valor intrínseco; es decir, se consideran valiosas por el tipo de experiencias sensitivas que proporcionan. Dichas experiencias son apreciadas por sí mismas y no por propósitos superiores o por el provecho ulterior que puedan proporcionar.


    Estas dos maneras de valorar una obra de arte no son necesariamente opuestas. El hecho de que cierta pintura sea un retrato, y pretenda por lo tanto guardar un parecido con el modelo y transmitir información acerca de él —puntos que indican la posición de un valor funcional—, no es óbice para que también tengan un valor intrínseco. Con todo, la adecuación a la función no es condición para que la pintura posea un valor intrínseco.


Neuroestética


Entre las teorías más sobresalientes encuentro relevantes las del neurólogo Ramachandran y el neurobiólogo Rizzolatti. Ramachandran

ha estudiado la amígdala donde reside uno de los núcleos emocionales de nuestro cerebro, ahí es donde se puede valorar el significado emocional de aquello que estamos observando. Ramachandran se enfocó en lo que sucede en el sujeto cognoscente cuando crea o admira una obra de arte, y de ahí lo bello y lo estético. Mostró a los sujetos de estudio distintas obras pictóricas que ellos habían considerado bellas. Para alcanzar la concepción de belleza de cada sujeto, se les ofrecía gran cantidad de obras pictóricas que eran clasificadas por cada uno de ellos como bella, neutra o fea. Posteriormente se repetía el proceso analizándolo con técnicas de resonancia magnética funcional. El resultado si bien no puede explicar en qué consiste la belleza, nos muestra las zonas de activación e incremento de la actividad neuronal ante la percepción de la belleza, los estímulos presentados a los sujetos estaban divididos en dos categorías: retratos y paisajes. Como se esperaba, Ramachandran advirtió que no existe un centro especializado en la belleza y otro en la fealdad.


    Rizzolatti por su parte, tiene como estudio la experiencia estética y si esta es enteramente subjetiva. A través de la fMRI se mostró a distintos sujetos de estudio esculturas pertenecientes al Arte Clásico y del Renacimiento. Se mostraban dos tipos de piezas: imágenes de las obras originales y versiones con la proporción modificada. Los estímulos eran mostrados con tres peticiones: la observación, el juicio estético y el juicio de la proporción. Entre los resultados más interesantes del estudio encontramos que la observación de las esculturas originales en relación a las modificadas producía una activación de la zona de la ínsula derecha así como otras áreas concretas del cerebro. La activación de esta zona era particularmente fuerte ante la tarea de observación. Cuando los sujetos juzgaban las esculturas como bellas, se activaba la parte derecha de la amígdala. De esta investigación se entiende que el sentido de la belleza está mediado por dos procesos no mutuamente excluyentes: uno basado en la activación de determinadas neuronas corticales y de la ínsula, entendiendo esto como percepción objetiva de la belleza; el otro, basado en la activación de la amígdala, encargada de las experiencias emocionales del sujeto, entendiendo esto dentro de la percepción subjetiva de la belleza.


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BIBLIOGRAFÍA


Benedetto Croce, La estética como ciencia de la expresión y lingüística general (1902).

Robin George Collingwood, Essays in the Philosophy of Art (1964).

Immanuel Kant, Crítica del juicio (1790).

Ramachandran V. S. & Hirstein W., The Science of Art: a Neurological Theory of Aesthetic Experience (1999)

Ramachandran V. S. Hirstein W. Journal of Consciousness Studies (1999).

Giacomo Rizzolatti, The Golden Beauty: Brain Response to Classical and Renaissance Sculptures (2007).

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