El POSTMODERNISMO.



Tal cual menciona Richard Wolin, Alemania sería derrotada en la Segunda Guerra Mundial, y con ella los ideólogos del fascismo, pero no todos sus intelectuales serían olvidados. Algunos de ellos captarían la atención de las aulas universitarias tras la barbarie.

Quizás el de mayor influencia, tanto filosófica como políticamente, sería el filósofo nacionalsocialista y existencialista Martin Heidegger, al que se le podría considerar como uno de los padres de la filosofía postmoderna. Su filosofía del ser (Dasein) y su clara tendencia anti-humanista y antidemocrática servirían de inspiración para toda una generación de filósofos franceses años más tarde.

Entre los seguidores de Heidegger se encontrarían los postestructuralistas Jacques Derrida, Michael Foucault, Jean-Francois Lyotard y Jacques Lacan. Esta nueva escuela combinaría la propuesta estructuralista de Levi-Strauss y su relativismo cultural con las críticas humanistas de Heidegger, además de su desprecio por la tecnología, para buscar la deconstrucción y el análisis hermenéutico de los textos a un extremo tal en que el relativismo se radicalizaría y propondría la inexistencia de verdades objetivas. Este sería el nacimiento del Postmodernismo.

El postmodernismo
El relativismo es la postura filosófica según la cual cada grupo o cada individuo poseen su propia verdad, es decir, las afirmaciones y puntos de vista no pueden representar verdades válidas a nivel universal. En efecto existe una cierta dependencia contextual y circunstancial para ciertas afirmaciones (como la necesidad de un marco de referencia para el análisis del movimiento), no obstante, los pensadores postmodernos llegan a extremos sumamente absurdos e incluso peligrosos. 

Los postmodernos suelen defender el relativismo cultural y, por lo tanto, el relativismo moral. El primero parte de un análisis de los efectos negativos que generó el imperialismo europeo en el llamado Tercer Mundo.

Nadie puede negar las atrocidades de los colonos en ciertos territorios, pero la crítica al postmodernismo se hace necesaria cuando esta preocupación por las tradiciones obnubila la razón y se torna una fobia a la modernidad. Esta actitud conduciría a una romántica e idealista visión de los grupos pre-colombinos o premodernos, tales como el Imperio Azteca o el Imperio de los Incas, así como despertaría la creencia de que sus cosmovisiones son moralmente superiores a los de la modernidad.

Como consecuencia de esta santificación de las culturas, los postmodernos rechazan la sola posibilidad de compararlas, evitando el análisis de ciertas actividades culturales como mejores o más beneficiosas que otras, apelando así al cuidado de la tradición. Para el postmodernismo todas las culturas deben ser respetadas sin ser juzgadas en todas sus dimensiones, y cualquier intento de prédica de una hacia otra sería un intento avasallador, colonialista o incluso racista.

Esta concepción de las sociedades humanas invita a negar la existencia de un código moral transcultural o universal del que partir, valga decir, lo bueno y lo malo dependen del contexto. De acuerdo a este argumento relativista, la ablación (mutilación genital femenina) sería una conducta moralmente correcta para ciertas tribus africanas y no debería ser juzgada como inmoral desde nuestra óptica occidental. Hacerlo, sería un intento opresor y autoritario.

Basados en toda esta ilógica, el Postmodernismo considera los derechos humanos, la ciencia, la globalización no mercantilista, la democracia, el progreso, la razón y el secularismo (todos los valores de la modernidad) como expresiones autoritarias de Occidente, mitos y narraciones creados por Europa para conquistar, destruir culturas y oprimir a otros grupos humanos.

A estos rasgos sumémosle la oscuridad del lenguaje –demasiados sinsentidos-, o la recurrencia excesiva a la prosa poética (aunque pretenden todo lo contrario); el análisis subjetivo de los textos (hermenéutica y deconstructivismo); el constructivismo o creencia de que la realidad no puede existir por sí sola, sino que requiere de una mente que la descifre y comprenda para existir; y el rechazo y cuestionamiento del método científico como medio de conocimiento objetivo, lo cual da pie al pensamiento mágico y a la metafísica. Todas estas son las principales características de la escuela postmoderna.

Esta última contienda la libró especialmente Paul Feyerabend, quien propondría un anarquismo epistemológico según el cual cualquier método de conocimiento sería tan válido como el científico. Siguiendo esta línea, la astronomía y la astrología tendrían la misma validez para describir la realidad cosmológica, pero con distintos métodos.

Pero esta lógica no sería exclusiva de una corriente que se difundiría en las ciencias sociales, sino que tendría sus repercusiones políticas, sirviendo de base para la creación de una nueva forma de fascismo o ultranacionalismo.

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