La literatura y el Mal.



Siempre tengo esta certidumbre: la humanidad no está hecha de seres aislados, sino de comunicación entre estos seres; jamás nos entregamos, ni siquiera a nosotros mismos, más que a través de una red de comunicaciones con los otros, nos sumergimos en la comunicación, nos reducimos a esta comunicación incesante de la que, hasta el fondo de la soledad, sentimos la ausencia, como sugestión de posibilidades múltiples, como la espera de un instante en el que se resuelve esa ausencia en un grito que los otros escuchan. La existencia humana no está en nosotros, en esos nudos en los que periódicamente se anuda, lenguaje hecho grito, espasmo cruel, risa enloquecida, de donde el asentimiento nace de una conciencia al fin compartida de impenetrabilidad de nosotros mismos y del mundo.


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